El Estado, como concepto amplio, más allá de los poderes públicos (ejecutivo, legislativo y judicial) y la Administración, incluyendo al pueblo y sus instituciones sociales; partidos, sindicatos y asociaciones vecinales, etc., es víctima de un Gobierno de hecho, el de los especuladores, banqueros y mercaderes de toda condición.
Afirmo que es víctima, porque lo que en estos momentos está en cuestión es el mismísimo Estado-Nación tal y como lo conocemos. Los Mercados no sólo se están llevando por delante el Estado de Bienestar: Educación, Sanidad, Pensiones. En definitiva: la Red Pública, y con ella nuestras condiciones de vida y trabajo.
Los grandes fondos de inversión y las entidades financieras, es decir los especuladores/mercaderes económicos, están asfixiando la economía griega, la portuguesa o la irlandesa, no para intervenirla (eufemismo que emplean), sino para embargarla (palabra más ajustada a la realidad de los hechos). Saben que tienen dificultades para pagar y aun les ponen más dificultades, subiendo el tipo de interés en la renovación de la deuda (Grecia paga más de 16% de interés y España vamos camino del 6%). Esto mismo, en otro nivel de presión (al menos de momento), nos están haciendo a España e Italia.
Los mercados tienen a su disposición agentes de distinta índole y perfil: agencias de calificación, organismos internacionales (Banco Mundial, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional, principalmente), además de instituciones como la Comisión Europea, designada por los estados miembros de la EU, con un gran déficit democrático, pues por ejemplo yo que soy votante socialista, me indigné mucho en las últimas elecciones europeas, al ver como los diputados elegidos con mi voto apoyaban para Presidente de la Comisión al anfitrión de las Azores. Pues cuando los ciudadanos votamos en las elecciones al Parlamento Europeo no delegamos para que nos gobiernen tecnócratas claramente al servicio de los intereses económicos. A todos estos agentes hay que sumar los grandes grupos de comunicación quienes, con una línea editorial más o menos liberal o más o menos conservadora, apoyan las reformas sin la más mínima fisura.
Como vemos, es un grandísimo poder el que tienen a su disposición los señores y señoras que se esconden tras la abstracción de “los mercados”: los Botín, los Soros, …
Quizás esta descripción, pueda hacer entender cómo es posible que los gobiernos sean incapaces de sostener las riendas de la economía de su nación. Baste leer lo declarado Jean-Claude Juncker, Presidente del Eurogrupo, ante la visita que una misión de funcionarios de la Comisión Europea y FMI realizaron los días 21 y 22 de junio a Atenas: “Hay que comprobar sobre el terreno si las autoridades helenas han interpretado bien las exigencias del FMI y la UE”. ¿Dónde queda la Democracia griega?, ¿dónde el respeto a la soberanía del pueblo griego?.
Es inaceptable que por encima de la soberanía del pueblo estén unos mercaderes, por muy poderosos que sean. ¿Qué es lo que falla?. Desde mi punto de vista el error está en que quienes nos gobiernan han asumido la lógica de los mercados y, lo peor de todo, han renunciado a gobernar.
Esta es una de las notas que me hacen decir que los Mercados se están llevando por delante el Estado-Nación, pues junto a los derechos que vertebran un pueblo como el español, el irlandés, el griego o el portugués, se están llevando por delante la Democracia misma.
Consecuencia derivada de esto es la situación dislocada en que se vive en estos países. En España ha surgido el movimiento 15M. En Grecia van por la 15ª Huelga General en los últimos doce meses; aun está viva en nuestra retina la respuesta del movimiento obrero francés contra los recortes al sistema público de Pensiones del Gobierno del señor Sarkozy, etc.
Particularmente en nuestro país tenemos los acontecimientos que desde mediados de mayo, están marcando un antes y un después: Movimiento 15-M y la jornada electoral del 22-M.
Sobre estos dos acontecimientos, decir en primer lugar que; en todos los órganos políticos de nuestro Sindicato (Comité Regional y Federal) hemos manifestado nuestro más absoluto respeto a todo aquel que se manifiesta por lo que considera de justicia y su derecho. Respeto que no siempre estamos recibiendo los sindicatos de clase, desde los integrantes del 15-M. Ahora bien, en UGT llevamos Indignados 123 años, y muchas de las reivindicaciones expresadas por Democracia Real Ya y el movimiento 15-M, están reflejadas en las Resoluciones congresuales de la UGT.
Como autocrítica debemos admitir que este movimiento de protesta e indignación se produce porque las organizaciones representativas de los intereses de los trabajadores no hemos sabido encabezar las justificadas quejas de la mayoría social.
En lo que a nuestra organización respecta, hemos hecho mucho, aunque quizás lo tendríamos que haber hecho mejor. No obstante debemos estar muy orgullosos de la Unión General de Trabajadores, motivos tenemos:
-Nuestros ancestros se indignaron contra el aventurerismo colonialista de la Monarquía borbónica, en la Guerra de Marruecos de 1921.
-Se indignaron también en 1917 contra la carestía de la vida, y convocaron una Huelga General.
-Se volvieron a indignar en 1934, y formaron parte de la Huelga General, reprimida con especial virulencia en Asturias.
-Con dolor e indignación tuvieron que abandonar España en 1939, los que no fueron fusilados por el fascismo de Franco, Hitler y Musolini. Terrorismo que aún está pendiente de ser condenado por los líderes del PP.
-Ya en democracia, nos hemos indignado en distintas ocasiones, convocando huelga general contra: el plan de empleo juvenil (14-D) en 1989; contra el recorte de derechos de los trabajadores y trabajadoras desempleados en mayo de 1992; contra la ley de empresas de empleo temporal en enero de 1994; contra el decretazo que atentaba contra la ultraactividad de los convenios y los salarios de tramitación (20-J) en 2002; y nos acabamos de indignar el 29 de septiembre de 2010 contra la última reforma laboral.
No vamos a dejar de indignarnos y de rebelarnos contra la injusticia social. Cómo podríamos no plantar cara a los poderes públicos, y a los fácticos, en un país con casi 5 millones de trabajadores y trabajadoras en desempleo (según la EPA al cierre del primer trimestre); con un 46% de paro juvenil; con 90.000 desaucios anuales, por la usura del sector financiero y la injusticia de la ley que les ampara; con 900.000 jóvenes que no pueden o tienen muchísimas dificultades para insertarse en el mundo laboral…
Este pueblo necesita apelar al espíritu del 2 de mayo contra el invasor francés. Hoy son los mercados y sus agentes.